El sonido de una llamada de teléfono rompió el silencio, un sonido a metal seco y fuerte “ya no se oían esos timbres de los teléfonos de antes” nada de melodías, campanillas como la de los smartphone.
Lucia dio un brinco y corrió hacia el pasillo. Colgado en la pared estaba el teléfono, cogió el auricular y una voz que le resultó conocida y sin llegar a contestar se escuchó – Buenos días ¿la señora María Martín por favor?-
Ella se quedo pensativa, intentaba localizar la voz y no lo lograba. Esa voz la resultaba familiar pero no conseguía recordar.
-Buenos días, ¿De parte de quien?-contestó con claridad .
Tardó unos segundos en contestar.
-Llamo de parte de una amiga suya, mi nombre es Carol-
– un momento por favor- Acercándose a María, con paso pausado iba intentando poner cara a esa voz y no lo conseguía.
Cuando llegó a la mecedora María estaba dormida, la noche había sido muy larga para ella y no quiso despertarla. Volvió a recorrer el pasillo, esta vez con un paso más ligero, cogió el auricular, lo acerco al oído y en voz baja habló,-disculpe ahora no puede atenderla, ¿Quiere que la deje algún recado?- No-. Hubo una pausa…
-volveré a llamar-
Colgó el teléfono , se apoyo en la pared intentando recordar aquella voz tan familiar.
Ave Fénix