Se recompuso y dejó de pensar en esa llamada, se levantó del suelo y como si no hubiera pasado nada se dirigió a María para despertarla, tenía que tomar las medicinas y se le había pasado la hora.
Con mucha delicadeza y cariño fue dándole pequeños golpecitos en el hombro,
-María, es la hora de la medicina, has dormido como un angelito. ¿Has descansado?-
Abrió los ojos poco a poco, con la mirada fija en el rostro de Lucía contestó.
-¿Porqué haces tanto por mi? ¿porqué siempre estás a mi lado?, no lo merezco, déjame, jamás podré cambiar el pasado, jamás podré volver atrás-
Lucía sin dar importancia a las palabras que salían por la boca de María, se puso a tararear una canción y cuando termino de darle la medicina se puso en el respaldo de la mecedora con las dos manos en los hombros y empezó a balancearla.
-Nada del pasado se puede cambiar, nadie podemos juzgar a nadie, cada momento de la vida es único y para bien o para mal es aprendizaje, lo importante es encontrar el camino- Susurró al oído de María.
Estaba detrás de ella, no llegó a ver como del rostro de Lucía caían las lagrimas hasta caer en el cabello de ella.
Las dos quedaron mirando a través de la ventana, que no paraba de llover, trasladándose cada una a un lugar…..
Ave Fénix
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