Sentada en mi mecedora, esa mecedora que aguantó tantos años con su rafia llena de agujeros, hundida, sus patas desgastadas por los años que transcurrieron sujetando lagrimas, sueños y el pasar del tiempo, cuatro generaciones de mujeres, contando la mía.
¡Quien lo iba a decir! después de tantos años olvidada en el desván volvería a ser la reina de esta casa.
Ella, digna, ajada consigue transportarme a otro tiempo mucho mas difícil de entender pero a la vez dejando una huella que nunca olvidaré.
Su fortaleza, en sus patas finas, la dureza de la madera, su rafia vieja y su va y ven lento y rítmico….
Nunca imaginé que algo delicado tuviera la fortaleza de soportar el paso de los años…..
Nunca imaginé que yo estaría hoy aquí, en la mecedora, que fuera mi más fiel compañera y las dos sobrevivimos a una larga vida llena de experiencias, sorpresas, amores y desamores.
Nunca imaginé, que estuviéramos aquí las tres….
(Continuará)…
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