Gota a gota el vaso se llenaba, no podía más,
Vivía en la más triste oscuridad,
Sobrevivía, por el que dirán, por sus padres por querer ser la hija, mujer y madre perfecta ¿Y ella?
Tirada en el suelo, inerte se dejaba morir, no quedaban fuerzas para luchar.
Pasó la noche en ese mismo lugar frío.
Aquella paliza ya no la sintió, cerró sus ojos hasta quedarse dormida.
Un susurro al oído que sentía muy lejano la hizo reaccionar ¡mami, mami despierta!
Su voz fue la inyección de adrenalina que necesitaba, ahí estaba su niña, su fuerza, su motor.
Cuando consiguió abrir los ojos vio la luz en su mirada, dio luz a todo su alrededor.
Cogió a la niña como si de una pluma se tratara, sin pensar en sus heridas,
De ella salió la fuerza que nunca imaginó.
–¡No quiero esto para ella!-
Dando un portazo,sin mirar atrás.
No necesitó más, que su hija, su fuerza y saber que existe…
¡Nueva vida!
Ave Fénix
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